Friday, 23 October 2015

Ejercicio para clase digital






Chicos:
            No se olviden de traer estos ejercicios impresos para la clase digital de la semana que viene. Traten de darle más interlineado para ser claros en la ejercitación. Un saludo. Gracias.

Prof. Corina Laita

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EJERCICIOS PARA 3º AÑO


1)      Identifica y clasifica las Proposiciones Incluidas en el siguiente fragmento y explica el sentido de las mismas.


Entrar en aquel silencio que era la ciudad a las ocho de una brumosa noche de
noviembre, pisar la acera de cemento y las grietas alquitranadas, y caminar, con
las manos en los bolsillos, a través de los silencios, nada le gustaba más al
señor Leonard Mead. Se detenía en una bocacalle, y miraba a lo largo de las
avenidas iluminadas por la Luna, en las cuatro direcciones, decidiendo qué
camino tomar. Pero realmente no importaba, pues estaba solo en aquel mundo
del año 2052, o era como si estuviese solo. Y una vez que se decidía, caminaba
otra vez, lanzando ante él formas de aire frío, como humo de cigarro.


2)      Identifica y clasifica las Proposiciones Incluidas en el siguiente fragmento y explica el sentido de las mismas.



Todo un año, de su vida de siete años, Antoñito había esperado que le dieran la soga; ahora podía hacer con ella lo que quisiera. Primeramente hizo una hamaca colgada de un árbol, después un arnés para el caballo, después una liana para bajar de los árboles, después un salvavidas, después una horca para los reos, después un pasamano, finalmente una serpiente.
Tirándola con fuerza hacia delante, la soga se retorcía y se volvía con la cabeza hacia atrás, con ímpetu, como dispuesta a morder. A veces subía detrás de Toñito las escaleras, trepaba a los árboles, se acurrucaba en los bancos. Toñito siempre tenía cuidado de evitar que la soga lo tocara; era parte del juego. Yo lo ví llamar a la soga, como quien llama a un perro, y la soga se le acercaba, a regañadientes, al principio, luego, poco a poco, obedientemente. Con tanta maestría Antoñito lanzaba la soga y le daba aquel movimiento de serpiente maligna y retorcida que los dos hubieran podido trabajar en un circo. Nadie le decía: “Toñito, no juegues con la soga.” La soga parecía tranquila cuando dormía sobre la mesa o en el suelo.

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